martes, 13 de octubre de 2009

Christian el león

Ésta es la historia real de Christian el león....


En el año 1968 John Rendall & Anthony Bourke (Citado en muchas ocasiones como “Ace” Berg), vieron un cachorro de león, a la venta en un almacén de animales exóticos de Harrods (Es un gran centro comercial en pleno centro de la ciudad de Londres). El había sido extraído de la jaula de sus padres quienes hacían parte de la colección de un pequeño zoológico (Ilfracombe zoo park).

Conmovidos por las condiciones en que se encontraba, John & Ace decidieron comprarlo y llevárselo para su apartamento; mas tarde Instalaron al león en el sótano de una tienda de muebles llamada Sophistocat, situada en Chelsea, lo llevaban a comer a un restaurante llamado Casserole y jugaban con el en el patio de una capilla.

El pequeño león que no pesaba más de 35 libras, fue bautizado con el nombre de Christian. Después de un año y cuando el león llego a pesar 185 libras, sus amos decidieron llevarlo a vivir en un lugar mucho mas idóneo. En una oportunidad John & Ace conocieron a Virginia McKenna & Bill Travers, quienes les sugirieron que dejaran al cachorro a cargo del naturista George Adamson, quien tenía un orfanato para gatos salvajes en el Parque Nacional de Kora, en Kenia.

Virginia McKenna & Bill Travers eran una pareja de actores y activistas ingleses, que protagonizaron el documental sobre vida salvaje “Born Free” (Nacida Libre). Este film esta basado en el libro de Joy Adamson, que trata la historia real de George & Joy Adamson y su lucha por devolver a la leona Elsa a su hábitat natural, este trabajo inspiro al matrimonio para continuar una serie de documentales sobre la defensa de los derechos de los animales y con el tiempo al establecimiento de la fundación Born Free.

George Adamson, el Baba ya Simba (Padre de los Leones), asesoró a los jóvenes sobre el manejo que debían darle al pequeño león, mientras este se iba aclimatando y acostumbrando al entorno natural de Kenia. John, Ace, Virginia y Bill hicieron parte activa de la introducción de Christian a su nuevo hogar, lo acompañaban a sus paseos por la llanura africana y de regreso a su aposento, pero Christian no era el único león en proceso de introducción al medio salvaje; también estaba la pequeña Kitania y el viejo Boy, con quien tuvo el difícil trabajo de ganarse su aceptación.

Gracias a la paciencia y la sapiencia de George Adamson, finalmente, Boy & Kitania lograron ser la primer manada de Christian; fue en ese momento que John & Ace decidieron decir adiós y permitir que su amado amigo continuara con su nueva vida en África de la mano de George.

En 1974 John y Ace regresan a Kenia para visitar a su amigo por ultima vez les advirtieron que Christian no les reconocería...

De este reencuentro entre los australianos y el león es el que data este precioso video, tan visitado y glorificado por todos quienes creen acérrimamente en el amor incondicional e inagotable entre los amos y sus mascotas, y lo ponen como modelo a seguir para nuestros semejantes.

Toda esta historia quedo documentada en el film “The Lion at World's End.” Esta película también muestra las leonas, Mona, Lisa & Supercub dándole la bienvenida a los dos australianos bajo la influencia de Christian y después compartiendo las tardes en la colina rocosa. En esta película, el director, muestra el contrastante entre libertad de Christian y la cautividad de sus padres en aquel zoológico londinense.

Precioso, simplemente emocionante...aprendiendo a aprender....

¿quienes son los salvajes?


FUENTE: Mision animal.

miércoles, 5 de agosto de 2009

ELVIRA LINDO OPINIÓN 21/06/2009

Este artículo me emociona. No puedo evitar las lágrimas aunque ya me lo sepa casi de memoria...

"Viejo, sordo, incontinente


Mi perro es bastante viejo. Casi dieciséis años. Hace casi dieciséis años iba yo zascandileando por Chueca cuando vi en la jaulilla de una pajarería un yorkie diminuto, más parecido a un murciélago que a un perro. Lo compré. Yo no sabía mucho de perros hasta entonces. Ahora sé casi todo. Tras años de estrechísima convivencia (me ha seguido con admiración en todas mis actividades diarias, sin exclusión) casi me atrevo a decir que nadie me ha querido tanto como él. No hay cariño de un hombre que se ponga a la altura de semejante enamoramiento.

Las visitas han sido testigos de la fascinación que el pequeño murciélago ha sentido siempre por mí. Me sentaba a comer y me miraba desde abajo como diciendo, "mírala, qué bien mastica". Me echaba la siesta y él se la echaba conmigo; debía de presentir el momento en que yo iba a abrir los ojos porque, cuando me despertaba, lo primero que encontraba eran los ojos negros bajo el flequillo perlado. Tampoco me quitaba ojo mientras escribía columnas, novelas, guiones, "no hay otra como ella -parecía pensar-, algún día, este país le dará el lugar que le corresponde: el Parnaso". Sé que hay lectores que considerarán pueril mi relato. Lo asumo. Si Hitchcock abominaba de rodajes con perros y niños, también hay lectores que en cuanto ven que un artículo se llena de animales, pasan la página. Que la pasen. Es una aspereza típicamente española. Ésa es una buena razón para hojear de vez en cuando la prensa internacional. El otro día, en The Washington Post, venía un extracto conmovedor de Old Dogs, de Gene Wengarten y Michael S. Williamson, un ensayo sobre la experiencia de convivir con perros viejos. Uno de los autores recuerda con nitidez el día en que sintió que su perro comenzó a envejecer. Yo también lo tengo fechado: mi perro se hizo viejo el primer invierno que pasó en Nueva York. En otoño, la ciudad le volvió loco. En contraste con los educadísimos perros neoyorquinos, el mío, iba cruzándose de lado a lado de la acera, queriendo atrapar todos esos olores a mierda de las alcantarillas, a flores de los coreanos, a esas bolsas enormes de comida que tiran por la noche y en la que, si te fijas con atención, ves moverse a las ratas por debajo del plástico negro. Pero llegó el frío hiriente, ese que te quema la cara y te agarrota las manos, y el pobre empezó a andar de puntillas como un Chiquito de la Calzada a cuatro patas. Sucumbí ante eso que hasta hacía un año me parecía una bobada anglosajona: el abriguito. Y es que un perro de Chueca no estaba hecho para esos hielos. Tampoco para los calores agosteños. Recuerdo una mañana ardiente de verano, tras hacerle andar cinco kilómetros por la avenida Madison, que el pobre se me desparramó en el charco de agua que se forma bajo los quioscos de flores y ya no hubo manera de que anduviera. Me lo llevé a casa en brazos con la pelambre chorreando. Ay, esos mis primeros tiempos de soledad. Él provocaba que me saludaran los niños y las viejas. Alguna vez que nos ausentamos de la ciudad, vivió en casa del escultor Leiro y se convirtió en un personajillo querido y célebre entre los vecinos de aquella zona de Tribeca. Sí, yo presentía que se estaba haciendo viejo. Al principio fue un cambio sutil. De joven, había sido como ese chihuahua argentino del chiste que vive en Alemania y le dice a otro perro, "yo en mi país era un dóberman". Él siempre se había considerado un dóberman. Era mi perro de defensa, no es broma. En cuanto llegaba alguien a casa esos cinco kilos se enredaban entre las piernas de la visita, que se quedaba atónita, aturdida. Pero ese espíritu chulesco se fue aplacando; a esta nueva paz contribuyeron la ceguera y la sordera. Pero en vez de reaccionar con frustración y tristeza, como haría un ser humano, mi perro viejo fue optando por la tranquilidad de espíritu. Ahora, no me cabe duda, es un sabio. En verano encuentra el rincón más fresco, en invierno el rayo de sol más sabroso; no tiene prisa por levantarse, si tú te levantas a las doce él se levanta a las doce, si tú te levantas a las ocho él se levanta también a las doce; ya no quiere alejarse más de cien metros de casa, cuando llega a la esquina, se da media vuelta y da por finalizado el paseo; prefiere dar paseíllos por el patio, como si fuera un jardinero experto, disfrutando del olor de cada hoja; y si se mea (lo que ocurre con cierta frecuencia) ya no corre a esconderse bajo el sofá con miedo a ser castigado. Cuando te ve acercarte con la fregona, te mira como diciendo, "tengo derecho a mearme, soy un viejo incontinente". Un amigo me dijo un día, "me encantan los perros, pero no los tengo porque su ciclo de vida es demasiado corto". Es cierto. Pero hay algo tan digno en su vejez, esa capacidad para convertir las limitaciones físicas en placidez contemplativa, que su actitud se convierte en una lección diaria. Cierto es que a veces echo de menos esa adoración sin límites que le hacía mover la cola sólo por el hecho de que yo le mirara. Hemos cambiado los papeles, ahora soy yo quien de vez en cuando se acerca a su cojín. Le miró esos ojos como canicas que miran sin ver y le digo, "cuánto te admiro". Y él ronronea, entiende mi admiración. Es un viejo con la autoestima por las nubes."

ELVIRA LINDO

jueves, 30 de julio de 2009

EL ELEFANTE ENCADENADO

Hace tiempo que leo a Jorge Bucay. En mi bolso siempre tengo algún libro suyo que me reporte momentos interesantes cuando la realidad se hace adversa. Éste cuento es uno de mis favoritos. Trata sobre las cadenas que nos impiden ser como deseamos y por qué no...también sobre la crueldad humana con los animales...Qué gran maestro.

"Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de tamaño, peso y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.


Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.

El misterio es evidente:

¿Qué lo mantiene entonces?

¿Por qué no huye?

Cuando tenía cinco o seis años yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia:

- Si esta amaestrado, ¿por que lo encadenan?

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.

Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.

Hace algunos años descubrí que por suerte para mi alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:

El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.

Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.

Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo.

La estaca era ciertamente muy fuerte para él.

Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía...

Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal acepto su impotencia y se resignó a su destino.

Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree - pobre- que NO PUEDE.

El tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer.

Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.

Jamás... jamás...intentó poner a prueba su fuerza otra vez..."

Jorge Bucay

lunes, 22 de junio de 2009

no compres...adopta!!

Este es un vídeo que ha hecho una voluntaria de la Protectora Arca de Noé para que veáis las preciosidades que tenemos en el Arca.... A parte de lo guapos puedo decir que son muuuy cariñosos y que desean encontrar una familia para hacerla feliz!
¿alguien se anima?

domingo, 3 de mayo de 2009

NOVIEMBRE

Una de mis pelis favoritas. El gran Achero Mañas...siempre recordaré la primera vez que vi esta escena. El arte simbólico de la "lucha blanca". Simplemente genial.

miércoles, 29 de abril de 2009

Instantes..


"Lo malo de llorar cuando uno pica la cebolla no es el simple hecho de llorar, sino que a veces uno empieza y ya no puede parar."


Como agua para chocolate.

lunes, 16 de marzo de 2009

DAR EJEMPLO

Pues sí, aunque a veces nos cueste darnos cuenta, somos importantes. Para nosotros mismos y para los que nos rodean, particularmente en niños pero también (por qué no) en adultos. Un anuncio para recordar y reflexionar acerca de nuestras propias responsabilidades.

viernes, 6 de marzo de 2009

10 ruegos de un perro

1. Mi vida dura unos 10 o 15 años. Cada separación de ti supone para mi un sufrimiento. No me dejes con cualquiera.

2. Dame tiempo para comprender lo que quieres de mi.

3. Infúndeme confianza, vivo de ella.

4. No te enojes demasiado conmigo y no me encierres como castigo. Tu tienes tu trabajo, tus amigos y tus diversiones. Yo sólo te tengo a ti!

5. Habla conmigo de vez en cuando.

6. Aprende a tratarme como es debido, yo nunca lo olvido.

7. Antes de pegarme, piensa que mis mandíbulas podrían destrozarte fácilmente los huesecillos detu mano y sin embargo no hago uso de ellas.

8. Antes de que me taches de “inútil”, “testarudo” y “perezoso”, cuando me pides que haga algo, piensa que ha podido hacerme daño la comida o que he estado demasiado rato al sol o que mi corazón está cansado.

9. Ocúpate de mi cuando llegue a viejo, también tú lo serás algún dia.

10.Quiero que estés a mi lado cuando llegue este difícil trance.No digas nunca “no puedo resistirlo” o “que suceda cuando no me halle yo presente”. Todo me resultará más fácil si estás conmigo.

Y por último te pido, te ruego y te suplico:


NO ME ABANDONES NUNCA

viernes, 6 de febrero de 2009


El niño somalí.

Hoy tengo la gripe,

pero no me duele la espalda.

Hoy sólo me duele la mirada,

de ese niño Somalí.


Es un niño que no tiene nada.

Niño sin juguetes, sin comida,sin agua.


Estuve allí,y le dije al niño Somalí:

- Te traigo unos cuentos.

Y el niño me dijo con la mirada:

- Yo no estoy para cuentos,ni para nada.


Hoy tampoco estoy para versos

porque me duele la mirada

de ese niño de Somalia.


Es un niño que sólo tiene moscas

en los ojos y en los labios secos.

Son de esas moscas

que sólo pican a los muertos.

Gloria Fuertes